ALEKS SYNTEK | “EL ARTISTA HUYE DE LA MARGINACIÓN, HUYE DE SER IGNORADO”

Vuelve al Ecuador para celebrar sus 35 años de carrera musical.

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Por: María José Troya / Foto: Cortesía

Vuelve al Ecuador para celebrar sus 35 años de carrera musical. Una trayectoria que ha estado llena de éxitos y que lo han convertido en un referente para nuevas generaciones de artistas. Su tour promete hacer un repaso por toda su discografía y con un show tan vibrante y ecléctico como él.


Tiene 55 años e irradia un aire juvenil que muchos en su industria ya lo quisieran. Va más allá de su look o su voz, siempre clara y definida. Tiene ese je ne sais quoi que resulta cautivador para su audiencia. En las entrevistas, se muestra auténtico al hablar de cualquier tema –y esta no ha sido la excepción–; es divertido, conversón, incluso, un poco alborotado, pero tiene la idea clarísima: quiere trasmitir su pasión por lo que hace y demostrar que, su camino musical, ha marcado una huella importante en la industria. No hace falta: quienes lo hemos escuchado durante más de tres décadas sabemos que sus composiciones son relevantes y que además son parte fundamental de la banda sonora del rock pop en español del continente.

Aleks (Raúl Alejandro Escajadillo) es un virtuoso de la música. Más allá del género, su versatilidad ha sido la piedra angular para construir una carrera con esmero que no ha necesitado de artificios para sobresalir, menos aún para mantenerse. El Total Syntek Tour es ahora otro motivo de orgullo: se ha presentado con llenos totales y ha abierto nuevas fechas en el emblemático Auditorio Nacional de México y, en Ecuador, ofrecerá tres conciertos en Quito, Guayaquil y Cuenca.

¿Cómo vas celebrar estos 35 años? Tomando en cuenta que la industria ha cambiado muchísimo no solo por el aspecto digital, sino porque hay una evidente falta de criterio frente a lo que ahora se escucha. Me imagino que esto también ha significado un cambio para ti. ¿Te has adaptado a las nuevas exigencias?

No, no te creas. La verdad es que son situaciones muy problemáticas todas estas transformaciones de la industria para los veteranos como yo; las cosas han cambiado demasiado. Y de hecho, creo que he sido uno de los pocos músicos respetados en Latinoamérica y, probablemente, el único que en México ha demostrado tener una vocación total por la música. La mayoría de los artistas, famosos, celebridades, son eso: estrellas, pero no músicos. Hoy, la tecnología ha democratizado el que todos puedan ser músicos o artistas sin tener una vocación, necesariamente. Y es que un algoritmo no lee calidad. Lo que lee ese algoritmo es simplemente que sea viral, sin importar el contenido, por vulgar o feo que sea este. Y por eso creo que los chicos de la nueva generación se han conformado con cierto tipo de shows y de música que no exige mucho. No es culpa de ellos, es que las únicas opciones que les da el algoritmo (ya sea en los 10 primeros lugares o en los 100 primeros), es música rápida, música de TikTok, música que te atrapa en 5 segundos sin trasfondo. Creo que Beethoven no hubiera existido, ni Mozart ni los Beatles o ningún artista trascendente, si le hubieras pedido que su música enganchara en 10 o en 5 segundos. Pero esa justamente la realidad, ¿no?

Cuando se escuchan tus canciones, sabemos que hay un verdadero músico detrás de ellas. Pero, ¿cómo un artista como tú -virtuoso, conocedor, académico, que domina la estructura no solo musical sino del show business- logra reinventarse para seguir en la industria?

Es que eso está complicado. Cuando yo tenía 20 años, los artistas consolidados, (consagrados), tenían más de 40. Estoy hablando de la época de los años noventa. Era muy difícil que a un chavo lo voltearan a ver. Y ahorita pasa al revés, es muy difícil que a un ‘chavo’ de 40 lo volteen a ver. A esa edad ya te jubilan porque toda la industria está hecha de chicos de 20 años. Somos la generación sándwich. Y lo dice mucha gente: fuimos regañados por nuestros papás y ahora somos regañados por nuestros hijos (risas). Pero, me enorgullece mucho seguir vigente, de la manera que sea y como sea. Yo siento que, tarde o temprano, los jóvenes que no me han visto en vivo o que no me han escuchado, me van a llegar a descubrir y a quitarse prejuicios de cómo soy y quién soy. Soy una persona frontal, sin filtros, que digo lo que pienso y lo que siento. Me siento orgulloso, porque lo que he logrado no es fácil.

Has mantenido tu esencia más allá de los cambios y de las plataformas…

Creo que eso es lo que me ha dado vigencia: el público no me mata con las modas. No dice, “ya acabó el hip-hop, ya se murió Aleks Syntek; ya acabó la bachata, ya se fue Aleks Syntek…” etc. Yo hago música Syntek y sigo estando siempre en un lugar importante ante mi público y ante la his- toria de la música. Y algo que menciono mucho es que los latinos tenemos que apoyar muchísimo a los jóvenes de 18 ó 19 años, porque no tienen plataformas. Ahora les dicen, no puedes tener éxitos si no haces este tipo de música que está de moda y que es trendy. Entonces los chicos me hablan llorando y dicen: “es que yo quisiera ser como tú, pero no me dejan hacer pop, no me dejan hacer baladas, no me dejan hacer bolero, no me dejan hacer rancheras. Tengo que hacer lo que ellos quieren que haga, si no, no me contratan.” Y la mayoría de los ‘Juan Gabrieles, de los Ceratis, de los Aleks Syntek’, están de chófer de taxi o vendiendo comida porque no tienen oportunidad de desarrollarse en la música. Esa es una tragedia que le está sucediendo en general a Latinoamérica porque están enfocados en el dinero y no en la historia o en la cultura de la música. El artista huye de la marginación, huye de ser ignorado. Yo creo que el enemigo del artista no es el hate, es la indiferencia. Cuando nadie te voltea a ver, estás fregadísimo.

Pero ¿cómo mantienes esa juventud -musicalmente hablando- y con esa visión madura frente a la industria que, finalmente, es lo que es?

Yo crecí en los ochentas y era una época en la que no había redes sociales, no había likes, no había followers y los artistas simplemente nos retábamos a ver qué éramos capaces de lograr, ser atrevidos, disruptores y, al público, lo desafiábamos a escucharnos. Yo tengo danzones, huapangos, tengo música que tiene base de guaguancó, de mambo, de todos los ritmos latinos hermosos que nos ha regalado la historia de la música latina y otros que vienen del África hasta nuestras tierras. Entonces, por ejemplo, Jorge Drexler, Cerati, Fito Páez, Aterciopelados, Amigos Invisibles, todo el artista latino de rock que ha trascendido es porque ha tenido una tropicalización del rock hacia su cultura. Creo que eso es lo que hizo que trascendiéramos. En mi caso, nunca me casé con el movimiento de rock, de hecho lo he mencionado en algunas entrevistas: Gustavo Cerati, me decía, “Álex, Soda Stereo no es un considerado rock en Argentina. Nosotros hacemos música ‘Soda”; tú haz música Syntek y olvídate de lo demás.” Y eso fue exactamente lo que he hecho todo este tiempo para mantenerme vigente. Porque no estoy siendo parte de un momento, de un suceso, de una explosión de moda, de un trend. Creo que ahorita los chicos, desgraciadamente, se enfrentan a una gran adversidad al tener que estar complacientes ante el público a través de likes y followers porque eso los truena durísimo y no los deja ser genuinos.

Por darte un ejemplo, Apple me patrocinó desde la década del ochenta y yo fui el encargado, años más tarde, de presentar a la prensa por primera vez una Tablet. Yo les enseñé cómo se usarla porque las marcas me veían como un referente de tecnología. Hoy ya no me contratan. Van con un influencer que dice chistes y tiene muchos seguidores, aunque no sepa nada de tecnología. Y eso pasa con todos los rubros: ya no van con el psicólogo, van con el coach de vida que te enseña cosas a través de un TikTok.

Con todo lo que nos cuentas, ¿a quién está dirigido tu show?

Hace años que no me presento ante un público multitudinario en Ecuador y creo que va a ser una sorpresa. ¡A ver qué tantos veteranos y qué tantos jóvenes veo! (risas). Siempre veo un público diverso y esa es la gran bendición porque, la verdad, es que yo prefiero un público familiar. Que vayan los abuelos, los niños, el adolescen- te que se lleva bien con sus papás. Lo mío es un público que está lejos de ser renegado o de traer una vibra contestataria o beligerante; es un público que está buscando distraerse, divertirse, tener un momento de comunión con la familia. Mi música no trae malas palabras o vulgaridades, o cosas que no pueda oír un niño. Por otro lado, el show tiene varias escenografías, yo me cambio muchas veces de ropa y presento mis temas que tanto han gustado a través de los años. Tengo muchas expectativas de esta celebración de vida.

Fechas del gran show:

25 de septiembre en Cuenca; Casa de la Cultura.

26 septiembre en Quito; Teatro San Gabriel.

27 septiembre en Guayaquil; Teatro Centro de Arte.

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