
En 2022 nació Fairy Crochet, un proyecto creativo impulsado por la curiosidad y el amor por las manualidades de su fundadora, Denisse Izurieta. Desde pequeña, Denisse se destacó por su afinidad con el arte y el trabajo manual, pero fue durante la pandemia cuando descubrió el crochet como un medio de expresión y calma.
Inspirada al ver en TikTok a jóvenes que tejían prendas increíbles, decidió experimentar. Su primer proyecto, un top que le tomó un año completar, marcó el inicio de una pasión que pronto se convirtió en marca.
El crochet se transformó en mucho más que un pasatiempo: se convirtió en una práctica terapéutica que le enseñó a bajar el ritmo en medio de estudios, trabajo y responsabilidades. Con el apoyo de su madre, Sara Ruilova, a quien llama con cariño el “departamento de finanzas”, Denisse decidió llevar su arte a un siguiente nivel y abrió oficialmente Fairy Crochet en Instagram.
Las carteras tejidas con trapillo de algodón reciclado hecho por manos otavaleñas y elaboradas en Guayaquil, se convirtieron rápidamente en los productos estrella, atrayendo a un público fiel y dando forma a un catálogo que no ha dejado de crecer.
Actualmente, Fairy Crochet está conformado por dos artesanas: Denisse, quien además de tejer se encarga de la gestión de la marca, y Cindy Peña, una talentosa tejedora que ha demostrado gran creatividad y eficiencia en poco tiempo.
La marca ha participado en ferias, pop ups y eventos que le han permitido ganar visibilidad, y hoy cuenta con un punto de venta en Quito, en La Imaginativa, con planes de expandirse próximamente a Guayaquil y otras ciudades del país.
Más que un emprendimiento, Fairy Crochet representa un movimiento de rescate de técnicas tradicionales adaptadas a un público joven y contemporáneo. En sus redes sociales, la marca comparte sus creaciones y conecta con una comunidad en constante crecimiento.